“¿Qué hacen los nuestros?“
En general, los soldados eran más impacientes que los obreros, porque vivían directamente bajo la amenaza de ser enviados al frente y porque les costaba mucho más trabajo asimilar las razones de estrategia política. Además, tenían un fusil en la mano, y desde febrero, el soldado propendía a exagerar su fuerza. Lihdin, un viejo obrero bolchevique, contaba más tarde que los soldados del 180° Regimiento le decían: “¿Qué hacen los nuestros en el palacio de la Kchesinskaya: están durmiendo? ¿Por qué no echamos nosotros mismos a Kerenski?”. En las asambleas de los regimientos se votaban resoluciones sobre la necesidad de decidirse, por fin, a emprender el ataque contra el gobierno. En los regimientos se presentaban constantemente delegados de las fábricas y preguntaban si los soldados se echaban a la calle. Los soldados del regimiento de ametralladoras envían a los cuarteles delegados incitando a los soldados a levantarse en armas contra la continuación de la guerra. Los delegados más impacientes añaden: “Los regimientos de Pavl y Moscú y 40.000 obreros de Putilov se lanzarán mañana a la calle” Las exhortaciones oficiales del Comité ejecutivo no surten ningún efecto.
León Trotsky, "Historia de la Revolución Rusa"